NO AL DESARROLLO
AGUSTÍN GARCÍA CALVO


El Régimen que padecemos (desde el comienzo de la Historia, pero de una manera prepotente y descarada desde los años sesentaytantos del pasado siglo) es el Régimen del Dinero, esto es, el Régimen en que el Estado (los Estados y las otras instituciones del Orden) está íntegramente sometido al movimiento del Capital, de tal modo que no puede imaginarse un político, de cualquier color, que pueda poner el menor estorbo o desvío a la ley del movimiento acelerado del Dinero, ni dejar de creer que en el Mañana están el Automóvil, la Televisión y demás armas que ese movimiento necesite.

Los que no ven y sienten que esto es así sin más, es porque no quieren, esto es, porque ellos, a su vez, están en las empresas privadas de sus vidas, al servicio del movimiento del Capital, y creen que sólo gracias a ese sometimiento pueden sostener sus vidas, o sea su futuro, que es en lo que el Régimen les ha cambiado aquello de sus vidas.
El Régimen es, para la gente, sin más, insostenible, intolerable, insoportable. Los que no lo sienten y creen aún que se puede vivir bajo la condena a trabajar para mover dinero, a comprar para mover dinero, a divertirse para mover dinero, no tienen nada que hacer en este intento que aquí nos traemos de desmentir la mentira del Régimen, la necesidad de su desarrollo y su futuro.

“Desarrollo sostenible” quiere decir esto: una continuación del desarrollo del Capital (sus Empresas, Estados, Banca, Medios), que sea sostenible para el Capital (de lo que, por fortuna, parece que los propios servidores del Capital empiezan a tener algunas dudas), porque, lo que es para la gente, el Desarrollo y el Régimen que lo necesita es insostenible de por sí y sin más, como una administración de muerte.

Cualesquiera actuaciones, ideas y buenas intenciones que, por parte de una cierta oposición al Poder, contribuyan a hacer sostenible el Desarrollo están colaborando con el Poder y traicionando así a la gente y a las posibilidades de vida sin futuro: puede eso contentarlo personalmente a uno, a lo que tiene de servidor conforme que ha puesto su vida en el dinero, mucho o poco, que el Capital le distribuya como paga; pero, para los que nos queda de pueblo vivo y de razón común, no deja de ser una traición.

No hablar de “desarrollo sostenible”, no emplear el vocabulario del Régimen y sus Medios, es la recomendación más elemental que puedo hacerles a los amigos.

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